Viernes 12 de junio, cerca de las 9 de la noche, conforme al plan nos disponíamos a salir de Obregón rumbo a Phoenix. Como siempre toda salida conlleva consigo, los incómodos momentos de organizar las cosas, subirlas al carro, hacer revisiones mecánicas, y apurar a mi hermano que por lo regular tiene varios minutos de delay siempre.
Viajar de noche después de una jornada de trabajo, no es lo mas deseable, pero cuando eres miembro del proletariado, son lo pequeños lujos que puedes permitirte de vez en cuando. Decidimos que lo mejor era que el manejara en México, y yo seria quien nos conduciría por EUA; lo cual no resulto para nada inconveniente. Cuando uno viaja con familiares, pasan dos cosas; una, las platicas son banales enfadosas y superficiales, y procuras hacerlas menos tediosos con música u otra distracción, y, dos, los temas de conversación realmente se vuelven encarnados y por demás entretenidos.
Uno de los principales tópicos que surgieron de ese viaje, -no por mi iniciativa-, fue el hecho de cómo uno puede notar las drásticas diferencias apenas a unos cuantos metros de cruzar la frontera; cual si atravesáramos por un portal dimensional. Hablamos de contrastes demasiado altos, del cielo al suelo decía mi hermano atinadamente. De verdad, que es increíble apreciarlo tan de cerca, pasar de una forma de organización bien trazada, a un contexto entropico.
Surgía inmediatamente después, el cuestionamiento de por que, sucedía eso, si a fin de cuentas debiera haber continuidad visual -o al menos intentarlo-, para que no fuera tan notorio el cambio. Una de las cosas mas interesantes, es el reflexionar sobre la tipología de individuos que habitan las fronteras mexicanas, muchos de ellos son aves de paso, que llegan hacen su negocio, o bien, lucran, negocian o demás, y se van; no tienen ningún interés en que el lugar en donde están sea mas bello; por tal motivo, difícil seria, que desarrollaran cierta afección por el territorio que cohabitan. Además que las personas que viven ahí están acostumbradas a que las cosas sean de tal modo, siguen la inercia cultural, y no existe nada ni nadie que los haga cambiar, ni tratar de estar mejor; curioso, doloroso, pero cierto.
Comparando nuestro país con civilizaciones también occidentales, pero, del viejo continente podríamos llegar a la conclusión, que esos años que han tenido y desarrollado su cultura, han rendido frutos y han dado como resultado civilizaciones con individuos auto controlados y autorregulados, conscientes de las necesidades de un marco normativo, que les permita garantizar una aceptable convivencia, convencidos de esas normas, las respetan cual máximas de vida. La cuestión es que yo comentaba, que en comparación con esas civilizaciones ancestrales; nuestra sociedad podria asemejarse mas a un adolescente malcriado, y la de ellos en ciertos aspectos, como adultos continentes; les ha costado llegar hasta donde están, no ha sido sencillo, pero lo han logrado, EUA, es joven en cuanto a su ideología, su principal desventaja es esa afección al capitalismo, con todas las implicaciones negativas en todas los ámbitos; pero una cosa si es segura, en cuanto a normas, y estructura, van por buen camino, no podemos negarlo.
Lo mas triste o desilusionante del asunto, para uno, como mexicano; es que por mas “cambios”, “reformas” o reestructuras, no parece que algún DIA haya luz después del túnel; porque somos minoría aquellos que pensamos que las cosas pueden ser de un modo distintos, porque la comodidad y las zonas de comfort parecen tan atractivas, y es cierto, es duro, porque quisieras poder enseñarles a todos, que se puede vivir mejor, que hay mejor opciones alejadas de los enajenamientos convencionales, pero, es una labor de hormiga, interminable y sumamente agotadora.
Amo México, tenemos cosas que nadie mas tiene, una herencia cultural cuantiosa, gente calida, amable y apasionada, lo único que nos falta, es romper esos círculos viciosos y tratar de hacer un cambio desde nuestra trinchera.