La realidad se presenta ante nosotros en un sinfin de formas, todas y cada una, muestran a nuestros cinco sentidos una parcialidad de la composición primigenia. Entonces, bien al hablar de elementos constitutivos, alude a nuestra mente inmediatamente el concepto de esencia, que si bien es el antípoda de apariencia, la palabra en sí, no aporta nada más, no clarifica ni lo que se es, ni lo que intenta abarcar, es que sin lugar a dudas el hecho de que nuestros sistemas verbales y escritos sean totalmente arbitrarios, puede ser motivo de las más ricas reflexiones, o bien motivo de frustraciones, o de goces estéticos al realizar una satisfactoria configuración de cualquier mensaje.
Sin embargo, al retornar al problema de la esencia, en ocasiones es necesario servirse de la metafísica, de todo aquello que está por encima de las composiciones físicas, y a lo que comúnmente no es tan sencillo tener acceso, pero un proceso que puede ayudar a aproximarse sistemáticamente es la introspección, pero para nada superficial, debe ser sentida y profunda. Los problemas del ser y el no ser se resuelven al momento de sentir o no sentir, de respirar o no hacerlo, de aceptar las decisiones que se toman, porque querrámoslo o no, se toman decisiones segundo tras segundo, algunas más meditadas, otras menos, pero a fin de cuentas obedecen a un principio básico, accionar o no accionar, dinamismo contra estatismo.
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