Cuando uno es pequeño, normalmente tiende a querer ser mayor, ¡oh, cuánta insensatez hay realmente en ese pensamiento! Conforme pasan los años y comprendes que nada será como tu lo esperas, te percatas que lo que las imágenes que te vendió la televisión, los cuentos, las historias, las canciones e incluso cualquier panegirista; son solo patrañas.
En mi caso, todo ha sido lo contrario a lo que algún día pensé, pero más que hablar de cuestiones físicas en las que uno va decayendo por envejecer y cosas que debes dejar de hacer porque notoriamente ya no te ves bien cuando eres mayor, están el efecto que pueden ocasionar las heridas, decepciones, frustraciones y cualquier otra cosa que inconscientemente te lleve a activar mecanismos de defensa que te hagan por decirlo de algún modo "Secarte por dentro". Tal vez suena un poco dramático, pero es más real que el hecho de que el litro de gasolina cueste $8.68 hoy en día.
Yo me refiero específicamente al hecho de que uno tiende con los años a olvidar aquello que lo mantenía ecuánime y firme tiempo atrás. Por ejemplo, dejas poco a poco que las malas personas te convenzan de que no existe en realidad gente buena, que las cosas deben ser torcidas o si no, no pueden ser, olvidas incluso que en realidad existen personas que no se dejan rendir por la tentación del dinero o por el poder; incluso puedes llegar a olvidar quien eres si te dejas absorber por la maquinaria incesante que se encarga de eso, de aminorizarte de hacer dejar de pensar y cuestionar.
En mi caso, muchas veces he dejado que mis convicciones cesen un poco para poder acoplarme a diversos ámbitos y cuando te das cuenta, es como si despertaras de un letargo y quisieras como en un mal sueño despertar y percatarte que no es real, sin embargo, la solución es la misma; hurga de nuevo en el interior y encontrar aquello que te hizo ser quien eres, retomar la parte del proceso en que te hayas quedado y seguirle por ahí.
Creo que la principal diferencia entre mucha gente que ha sufrido y se ha dejado vencer, es que cierran sus heridas y nunca las vuelven a hojear, las mías siempre están abiertas y son de ellas que encuentro una razón para no ser como lo manda la sociedad, o como la norma lo dicta. Nada de esto lo pensé cuando era niño, nada de esto lo sentí cuando era niño, pero en mí está hacer lo mejor de esto o dejarme llevar por la marea.
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