martes, junio 26

Este muy eterno letargo

Esos viejos dolores y viejos fantasmas a diario me visitan, no me dejan tener paz. Recuerdos; unos difusos y otros muy vívidos, me hacen sentir que sin lugar a dudas hay mil cosas que nunca he hecho y que no tendré el gusto de poder concretar, debido a esta forma de ser, a esta realidad que a diario agrede mis sentidos, a mi realidad holísticamente hablando. Desde luego que cada vez me aproximo más a lo que quiero ser, o al menos eso pienso, o qué bien que me engaño porque a veces si me creo esas patrañas de que estoy mejorando, cuando en realidad cada vez me ensimismo más, y soy más huraño, me resiento más con esta sociedad que solo nos agrede, que nos sobrestimula, que nos deshumaniza, que castra las voces de los más necesitados y que mediante un sinfín de artimañas consigue que las buenas personas dejen de intentar lograr un cambio favorable.

Muchas veces lo he dicho, y al menos lo he pensado, no vale la pena seguir así, a fin de cuentas todo por servir se acaba y tarde que temprano esta estúpida terquedad mía de seguir creyendo en los cuentos de hadas se marchitará, nunca tendré las cosas que estereotipicamente la vida me ha tratado de vender; ni el matrimonio bonito, ni los hijos, ni los hermanos, mucho menos la relación que quisiera con mi padre, nunca podré quitarme esta concha pongo entre mis seres queridos y yo, nunca seré quien podría llegar a ser, nunca, nunca, nunca y la verdad, no es ser fatalista más bien es ser realista, mi consuelo es que esporádicamente muchas cosas me proveen de felicidad, siento que debo buscar con más ansías dentro de mi, y mucho menos en el mundo.

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