domingo, septiembre 7

Un buen día

Un buen día, cuando el sol inclemente permita al cuerpo dejar de llorar, podré verte a los ojos y descubrirme a mi mismo, cubrirme con todo lo tuyo y desconocer lo que no tenga tu esencia.

Un día, cuando los pies en huelga dejen de llevarme a cada lugar, y las manos cansadas de tomar cualquier herramienta pierdan su fuerza, podré respirar de verdad el suave aroma de tu pelo.

Un buen día, podré olvidar todas las cosas que me han enseñado y aprender lo realmente necesario, aprender a ser feliz y dejar a un lado heredados complejos y tabúes, estúpidos estigmas sociales que martirizan a los espíritus libres, y que me atormentan a cada parpadeo

.
Y será así entre parpadeo y entre bocanada y bocanada de aire, que podré ser libre, dejar de estar para poder ser, dejar de pensar para fluir y ser libre en el alma y sentimiento.
Un buen día, dejará de ser de día y podré dar paso a la tarde, tarde de mi vida, que si lo permites seguirá siendo tuya, que si lo permites seguirá siendo algo más que el devenir sin sentido de un cuerpo.

Imperiosa es la necesida de hablarlo y decirlo, pues de otro modo ahogaría el sistema completo

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