No dejo de maravillarme de las pequeñas coincidencias agradables, que día con día nos da la vida, hace algunas semanas, tuve la oportunidad de mostrar a varios compañeros de trabajo alguna de las canciones de mi banda -grabadas hace como 3 o 4 años-. La recepción por parte de ellos, fue demasiado buena, no puedo explicarme a mi mismo porqué todavía, pero les gustó bastante y en algunas de las cosas que se mencionaban en ellas, encontraron que algo importante se decía ahí.
Lo que más me sorprende de todo el hecho es que, para mi cada una de las canciones que tocamos en la banda, cada vez tiene menos sentido o más bien, no tiene el mismo sentido que hace algunos años, de hecho la queremos y el tenemos una afección, pero las historias y las palabras no simbolizan lo mismo. Es innegable que me inquieta o me intranquiliza mucho saber, ¿Cómo lo percibe otra gente?, y más aún si a algunas personas llega a agradarles, y encontrarse identificados con ese material, es mayor el compromiso de uno para con ellos, no es algo que me guste o que yo busque frenéticamente.
Pero aquello que si genera este post y que sobre todo gana mi atención, es ver cómo un pedazo de plástico (CD), puede simbolizar o tener un valor para alguien, que efectivamente busca lo que hay detrás de lo material, eso simbólico, eso espiritual, eso mágico que tiene la música, que mediante algunas vibraciones sonoras puede hacer que las personas sin hablar sientan o se conmuevan hacia algo similar, y es que hace algunos días me di cuenta que curiosamente en el trabajo en el que me he desarrollado por estos tres años, mi labor ha consistido en sensibilizar a las personas que visitan el Museo para que puedan estar propensos a identificarse con esa experiencia que los autores han tratado de transmitir en sus obras; y lo más chistoso es que cuando me pasa que yo soy el autor, no tengo ni idea de como empezar y mucho menos qué sentir...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario