martes, abril 7

¡Qué difícil es ser músico, hoy en día!

Muchas cosas negativas -desde mi punto de vista- pasaron en los ochentas.

Fue en esa década en que la moda de plano perdió el curso, se usaban unos pelos llenos hasta la madre de fijador, colores chillantes, ropa bombacha y demasiado holgada, nace por ahí un ritmo creado por la gente marginada de Estados Unidos, llamada RAP -¡Ah, como lo odio!, no se como a eso se le puede llamar música, pero en fin, el gusto se rompe, o mejor dicho se desmadra en géneros. En esos ayeres Michael Jackson era un jovencito morenón, no tan oscuro, pero morenón; se descubrían los efectos dañinos de la drogas y enfermedades de transmisión sexual, ocasionadas por tanto desenfreno en décadas anteriores, como el SIDA.

Las personas, se concentraban aún más en el consumismo, -al estilo americano-; por que el mexicano es con-su-mismo, pantalón, camisa y zapatos, porque no hay para más. Pero bueno, en el sentido global las economías dejaron totalmente de ser de producción para ser de consumo, la gente se concientiza que el comprador y el que tiene el dinero, tiene el poder; y que en ocasiones hasta un servicio puede ser producido, toman fuerzas franquicias de comida rápida y la gente ve más televisión que nunca.

Considero que análogamente a la historia del Arte, los ochentas son muy parecidos al Barroco y al Manierismo, que continúa líneas antes trazadas, pero que las lleva hasta los límites. Si se preguntan, ¿a dónde demonios quiero llegar con tanta parlanchinería?, lo sabrán a continuación.
Existen muchas fuentes que confirman que si antes, los artistas eran explotados y las disqueras se hacían millonarias, es en esta década que la música (industria musical) tomó más fuerza y que fue justo en esos momentos que las personas empezaron a consumir con mayor intensidad productos (Discos) en lugar de creaciones artísticas, y desde luego menos reparaban tanto, en lo que cada artista comunicaba... Que se podía esperar de una sociedad que había olvidado los estragos de la Segunda Guerra Mundial y de un conflicto bélico de intereses capitalistas como Vietnam, así como los ideales defendidos por hombres y mujeres tan libres como Dylan, Baez, o Mitchell, que son sus ideas tan libres habían creado un idilío musical como lo fue WOODSTOCK.

Demonios, siempre me desvío del tema, pero creo que ha sido atinado todo comentario realizado; en esta década de los ochentas, el boom discográfico tuvo su mayor auge y da inicio a lo que hoy conocemos como el consumismo musical; la música no es algo material, es algo que vive en otro nivel, porque no la podemos tocar, ni la podemos comer, ni defecar, pero sin embargo hay maneras de encerrarla, o grabarla, y en cierto sentido hacerla prisionera. Creo que la crisis y el conflicto creativo que se vive hoy en día, y que podemos ver, en cuestiones tan simples como la falta de imaginación para escritores, guionistas, musicos, compositores y cualquier otro practicante de las disciplinas artísticas, tiene su génesis en esta década, al igual que en la plástica, se vislumbra la muy temida y conocida posmodernidad.

Hoy en día, es virtualmente imposible para un musico lograr obras de arte tan eternas y mágicas como son todos y cada uno de los discos de Hendrix, Lennon, McCartney, Los rollings, y demás bandas de los 60's y 70's; en parte, es multifactorial, pero, es ocasionado también porque las personas, no tienen el tiempo, ni las ganas de pensar, sentarse a escuchar a sus grupos favoritos, y muchos menos para cuestionar a la autoridad, o los sistemas que nos dominan, porque esos tiempos ya pasaron, la sociedad vive satisfecha con sus carros, joyas, televisores, antenas, radios satelitales, intenernet y mil un porquerías más, lo que nos lleva a pensar: "El problema no es que vivamos en una sociedad de consumo, sino que en ocasiones esa diálectica es transpolada, como nuestro contacto con las personas, cuando las tratamos como objetos, que podemos usar y desechar".

En el panórama mundial, sucede lo mismo, cuando un artista trata de decir algo y ser escuchado por muchos, llegan otros diez artistas que guiados por una tendencia hacen algo similar y opacan a este primero que de verdad tenía algo que decir; o bien, si somos ávidos seguidores de algún artista, y éste tarda tiempo en producir algo nuevo, para nosotros ya no tiene el valor, ya no es tan bueno, vivimos a la expectativa de la novedad, insatisfechos por lo que tenemos y siempre pensando en el siguiente; como si algo tan bello como el Arte pudiera ser consumido cual papa frita de las estúpidas franquicias millonarias estadounidenses.

Como músico considero que el reto es inmenso, el poder conseguir que dos o tres sientan lo que uno dice, aunque sea por un instante y que éstos se identifiquen, pagan y valen más que cualquier cosa, lo malo es que en ocasiones el mismo medio nos hace olvidar eso, y cuestionarnos, para qué chingados hacemos música. Espero siempre tener en vista que la idea es siempre comunciar y poder sacar algo que de otra manera saldría abruptamente.



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