Será que siempre he sido una persona muy reservada para con los demás, trato en la mayor medida de lo posible no mostrar mis verdaderas intenciones de primer mano, cuando conozco o convivo con alguien. Considero que paulatinamente mientras crecemos nuestros formadores o nuestros educadores (en todo los ámbitos, desde casa hasta escuela), no van transmitiendo un conjunto de valores y normas de comportamiento para participar adecuadamente en la sociedad. Desde luego que la negociación entre nuestra natural visión de la desnudez y el conjunto de valores es ardua y es un continuo estira y afloja, quién de nosotros del sexo masculino, de niño nunca hizo pipí en la calle, y no sintió el menor pudor, ni vergüenza por ello. Desde luego, cuando tienes 25 años se vería raro sacar tu pene y orinar en donde fuese, seamos consciente de ello; para eso existen las instalaciones sanitarias, desde luego y no solo por "buenos modales", sino por higiene, que es mucho más importante.
Reparé sin darme cuenta hoy en la mañana a razón de un fuerte desvelo, ocasionado por un viaje relámpago a la capital del Estado, a ver un concierto de Fernando Delgadillo, en varias cuestiones de la que siempre he estado consciente y que ese estado de ultradesvelo me hipersensibilizó. Por lo cual hoy dejaré a un lado el pudor y publicaré cosas que siempre he pensado en voz muy baja y muy para mis adentros....
Hoy recapacité en el hecho de que extraño a alguien, y lo que es más significativo de dicha reflexión, es que extraño esa química especial que sentíamos al estar cerca, la manera en que con su manos solían cobijar las mías, cansadas de la rutina diaria. Empecé a sentir aún más nostalgia conforme iba recorriendo su fisonomía en mi cabeza, para muchos alguien con muy poco peso y demasiado delgada, para mi, era como tener mi modelo personal. Pues para ser sincero no necesitaba más lo que ella tenía. Su piernas delgadas y largas que describían incesantemente el camino a lo prohíbido, hacia el pecado capital, esa cintura de diosa y su pequeño torso tenía la facultad de caber estúpendamente en mis brazos, podría rodearla fácilmente y hacerle sentir de mi pecho su hogar. En un sinfín de ocasiones soñé con ella, como el diseño ideal de fantasía, compuse canciones a la luz de la luna para simplificar esa increíble sensación de conjugar nuestros alientos en múltiples caricias, la emoción de ver su cara llena de gusto y poder acariciarle. Dar pie a que sus piernas me rodearan y me hicieran sentir lleno. Como nuestros pechos al estar juntos latían a un mismo sentir, cuál situación honírica cada encuentro me satisfacía.
Las increiblemente bien definidas líneas curvas de su cuerpo al igual que un mapa, guiaban mis manos y mi ser al goce pleno. Porqué no dejé más espacio en mi mente para guardar imágenes de ella agitada, me encantaría poder recrear su aroma, su expresiones, su agitación, su gusto, sus gritos, su pasión, sus miradas; esa tan linda delicadeza que la hacía ser mi princesa. Hoy reparo en el hecho de que extraño más su cuerpo que lo que solíamos ser, extraño tener el calor de alguien a mi lado, y ninguna canción puede regresarme esas sensaciones que se tienen al entregarse por amor, pues aunque pueda haber encuentros casuales de esta índole, nunca llegarían a ser lo que fueron esos locos encuentros.
Nunca pensé que algún día pudiera expresar libremente esto que cuento, y siento que partícularmente esto me libera pues sale de mi mente y deja de estar ahí encumbrado, y pierde todo su poder pues cuando algo o alguien rompe el anónimato enseguida pierde esa mística que lo hacía tan secretamente deseable. No intento poner en evidencia a nadie ni nada, solo intento ser sincero y congruente con mi forma de ser o más aún con la persona que quiero llegar a ser, alguien libre y confiado en las decisiones que toma, que no teme entregarse y que puede abrir su pecho sin miedo a la crítica ni a la censura.
"Tu cuerpo, eterno inspirador de mil suspiros, Constante cómplice de mis recurrentes fantasías, Colaborador del mío propio, y de similares preferencias. Epítome estético, goce materializado, honírica imagen. Llama inextinguible, alevoso perfume que al saberse deseado, Cada vez puede ser más bien cotizado. Virgen geografía que me enseñase a amar
palmo a palmo, instruiste mi espíritu y lo dejaste volar. Hoy las marcas que esos encuentros dejaron Duelen con cada húmedo atardecer, Hoy mis manos inquietas de todo se acordaron
más toda la verdad asimilaron, contra el azar ni qué hacer".
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