martes, septiembre 11

Una lección de vida.

Debido a mi situación familiar, tanto lo que he vivido como en gran parte por la herencia que llevo a razón de mi genes, siempre he sido alguien que vive en los extremos, como todo buen neurótico. Todo un histérico, reactivo y explosivo; acelerado y rey de los inpacientes. Nunca he sido el más tolerante, ni tampoco el más apasible; nunca he podido controlar esos desplantes que en ocasiones como un trueno me abordan, cuando algo se me sale de control.

Lo que más me sorprende, es que la increíble facilidad con que uno recrear los patrones que con tanto ahínco en una época censuró y criticó, es como el caso de todo aquel que lucha contra un tirano por conseguir el poder de algún país, y al final sin darse cuenta se convierte en lo mismo pero con diferente perspectiva dictatorial. Lo más importantes que hoy, tuve oportunidad de aprender una valiosa lección, uno de mis mayores defectos que desde que tengo uso de razón me persigue afanosamente, es la paranoia. Esto es porque desde muy temprana edad descubrí que no se podía confiar en las personas, y eso me hizo cada vez y cada vez más desconfiado, mientras más la gente fallaba a mi confianza, ese sentimiento se iba incrementando.

La cuestión es que hoy día me pasó algo muy curioso, en primer lugar, hice a un lado mi estricto comportamiento centrado y racional y exploté con alguien que en realidad, no merecía eso de mi, y no porque no se lo haya ganado, sino que exactamente al explotar contra ella, hice lo que desde tanto tiempo tenía pidiendo a gritos; en pocas palabras, caí en su jueguito. Posteriormente este sentimiento de estar siempre en la mira y pretender que todo mundo conspira para hacerme mal me hizo sentir perseguido, viendo cosas que en realidad no estaban ahí; posteriormente al ver nuevamente a la persona me doy cuenta que verdaderamente no pasaba nada que hasta cierto sentido ella se sentía mal, y yo me quedé sintiéndome como un animal salvaje a quien se le concede un poco de razón y después de matar a la presa puede tener la conciencia de lo que se hizo está mal.

Eso solo me demuestra una vez más, Ganar en muchas ocasiones no es sino una falacia, no es sino un espejismo, ser el más fuerte no es ser el más feliz; el que se lleva todas las manzanas, no es quien comer un mejor puré. El punto es que, lo sé hace tiempo y lo difícil es hacerlo una doctrina de vida, pero quien "aquel a quien la vida le escupe continuamente en la cara, y puede vislumbra una sonrisa sincera en el rostro, es aquel quien en realidad está más cercano a la felicidad", y no es quien más dinero tiene o quien más posesiones ha atesorado.

La vida es constante aprendizaje y apenas voy cursando los primeros grados...

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