Lo que hoy viene a mi mente y da pie a este post, es el hecho de que no solo los objetos poseen esa materialidad, todo lo que no es esencia es materia. Lo que me desconcerta es que desde pequeño mi facultad para desprenderme de las cosas ha sido inexistente, sufro cada vez que algo que llena mis expectativas tiene que partir de mis manos, y considero que es normal para muchas personas, pero siento que en mi caso es amplificado, como si cada emoción que cruza por mi, le pasara a los demás, pero en mi caso se ampliara con alguna clase de lupa y me hiciera sentir en un letargo, elevado a otro nivel. Todavía hoy después de 8 meses de haber pérdido a mi hija ficticia, siento ese vacío que dejo. Pues aunque gran parte de ello era dolor, las alegrías compensaban lo negativo de aquello; lo curioso es que queda en mi, más grande la necesidad de proteger a alguien, de estar al pendiente de sus necesidades, que de sentirme querido por alguien o aceptado incondicionalmente. No negaré que extraño alguien en quien descargar todos mi problemas teniendo la certeza que no serán contados a la vuelta de la esquina.
Lucho por aprender a no darle tanta importancia a lo material, pero así es la vida, juguetes, ropa, carros, novias, parejas, compañeras, padre, madre, tíos, abuelos y demás, todo eso palpable que podemos tener, llega a adherirse tanto a nosotros que se funde con nuestra personalidad.
Todo final es el inicio de algo nuevo
2 comentarios:
Yo siento exactamente lo mismo
Muy bien, me alegra saber que no soy el único loco en el planeta que sufre de este terrible mal...
Malgasto energías en poder superar eso que por herencia y aprendizaje forzado siempre he tenido.
Un hueco en el corazón y un tumor en el cerebro, castrada la sensación y mutilada la imaginación.
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